Amelie Lanier
mayo
2021

¡Bienvenido!

Que te vaya bien!

Decidí poner mis artículos y narraciones de mis viajes en el Internet para que tú también puedas leerlos.

Hace más que quince años que me ocupo con la historia económica de Austria en el siglo XIX. Ante todo la evolución del sistema de crédito, los bancos, la bolsa y los valores. “Historia de Austria” en esta temporada significa también la historia de territorios que ahora pertenecen a estados vecinos y no vecinos a Austria, como Chequia, Eslovaquia, Ucrania y otros. Por eso mis estudios históricos me han llevado también a unos de los estados sucesores de la Monarquía, en especial a Hungría.

Actualmente en Austria no existe casi nadie quien se interese para la historia monetaria, aunque en los archivos austriacos hay material abundante para cualquier persona que quisiera crear transparencia sobre este tema. En los últimos 50 años no había nadie quien se hubiera ocupado de veras con este asunto. Muy parecido es la situación ante la historia de Hungría.

Los responsables de repartir fondos en el mundo de ciencia evidentemente no prestan importancia al estudio profundo de una parte de la historia austriaca que no constituye una pagina gloriosa dentro de esta historia, pues Austria nunca ha sido un poder importante en el campo económico. Y los pasos torpes de unos y otros de los encargados políticos, igual que las obras de los quienes se adjudicaron competencia económica a menudo tienen algo de ridículo, a veces conmovedor en su incompetencia. Mientras entre mucha gente prevalece el prejuicio de que la historia económica es algo seca y aburrida yo puedo confirmar lo contrario: ¡La de Austria a veces es muy divertida!

Yo decidí a dedicarme a la historia del dinero porque considero el dinero una invención maliciosa. Ante todo rompe las relaciones de la gente entre si del verdadero comienzo, porque les influye hasta en los momentos más íntimos y personales. Quienes carecen de la debida cuantidad de este material – la mayoría de seres humanos – no tienen acceso a los debidos recursos para satisfacer sus necesidades y deseos. Además se ven obligados a someterse a las pretensiones desmedidos de sus usuarios. Estos, a su vez, usan sus excesivas cantidades de dinero para hacer la vida difícil a los demás: O les emplean para enriquecerse todavía más o les despiden y entonces éstos no tienen de que vivir.

El Estado se reserva exclusivamente la fabricación de esta materia prima, el ’efectivo’. Imprime los billetes y acuña las monedas, ellas tienen su valor gracias a su poder de monopolio, y los que hacen lo mismo siendo particulares infringen la ley, son perseguidos y más tarde o temprano acaban en la cárcel.

El asunto curioso, y también el más serio, es cuando unos estados falsifican el dinero de otros estados – cosa que coincide hasta hoy en día. Eso puede tener consecuencias muy serias …

Si alguien se encuentra en una mala situación económica, se podría explicar de muchas maneras, en su mayoría muy estúpidas. Hay el concepto de la infancia infeliz, que ha impedido el desarrollo de la personalidad y ha llevado a derrotas en la competición. También depende de las fases de la luna que siempre constituyen un obstáculo grave para la persona que quiere realizar sus fines. O existen vecinos o parientes maliciosos. No se debe dejar al lado el ’gran problema de nuestra sociedad’, la lucha de los sexos: Los hombres suprimen a los mujeres, las mujeres no dejan la debida libertad a los hombres. En fin, todos tenemos una ’karma’, una suerte predeterminado de algún(os) ser(es) supernatural(es) que tenemos que aguantar y considerar como una prueba para la próxima vida. Y otras tonterías más. Pero ya a casi nadie se lo ocurre pensar que hay algo podrido en nuestro sistema económico, ante todo en el concepto de dinero, para que se pueda comprar todo menos lo que nos hace satisfechos y felices.

Por este motivo, decidí prestar mi atención a este tema desagradable. ¡Al fin y al cabo, uno quiere conocer a su enemigo! ¿Verdad?

Yo no pertenezco a ninguna escuela popular de economía nacional. Ni a una menos popular. No soy socia de Proudhon, o de Keynes, o de Silvio Gesell (sus ideas tenían mucha influencia en Keynes). El único libro de economía nacional que yo considero vale la pena leer es “El Capital”. Sin embargo, ya muchas veces he tenido que escuchar – como reproche o como elogio – que no soy marxista. Si tú lees mis artículos y relatos de Europa de Este, podrás decidir por tú mismo. Si esta cuestión te interesa, por supuesto …

Mis intereses políticos y históricos, mis investigaciones y amistades personales me han llevado a los países del Bloque de Este, ya antes de la caída del Telón de acero y me han motivado de ocuparme del sistema económico del Socialismo Real y su colisión con el sistema de la Economía de Libre Mercado. Escribí unos artículos sobre el colapso del Socialismo y la victoria del Capitalismo hasta que se me acabó toda posibilidad de publicarles en alemán. Sea porque las respectivas revistas cesaron de existir, sea porque finalizaron todo contacto conmigo, por razones desconocidas, pues nunca fui informada al respecto. Probablemente yo era demasiado de izquierdas para ellos, o me basaba con demasiado interés sobre la economía, o era demasiado negativa, o no fui bastante feminista ...

Es España tuve un poco más suerte, pero – ¡claro! – me cuesta escribir en español y por eso últimamente no me he movido mucho con este tema. Pero si miras mi pagina Web de vez en cuando – quizás vuelva voy a producir algo.

¡Y si puedes leer en inglés – hay un montón de descripciones con fotos incluidas – del Este Bravo!

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